Traje a tres bandas: Guía de trajes de negocios, informales y de noche
En cierto modo, un traje es la compra más versátil que puede hacer un hombre. Sin embargo, hay que tener en cuenta algunas diferencias: lo que transmite autoridad en una sala de juntas probablemente no sea adecuado para una pista de baile; lo que queda bien para tomar unas copas no será aceptable para una velada formal. A continuación, analizamos tres estilos para tres ocasiones y cómo acertar con la vestimenta en cada una de ellas.
Traje ejecutivo
Para el día a día en la oficina, es fundamental contar con dos trajes elegantes. La sabiduría popular dice que uno azul marino y otro gris carbón son las opciones más atemporales y versátiles; la lana (o una mezcla de lana) permite llevarlos todo el año y es duradera; una chaqueta de dos botones es la que más favorece. La solapa estrecha con muesca es la más contemporánea, pero aquí es donde una solapa en pico puede añadir un toque tradicional sin resultar demasiado «conservador». Los tonos oscuros también ayudan a ocultar el desgaste: la limpieza en seco constante puede disminuir el encanto de un traje, así que asegúrate de alternarlos y estar atento a las manchas. Unas sencillas rayas diplomáticas aportan algo de personalidad, pero asegúrate de combinarlas con camisas lisas de un solo color y corbatas con estampados sencillos y lisos.
Traje informal
Un traje informal no es una contradicción: un traje de dos piezas bien cortado y con personalidad puede adaptarse a casi cualquier código de vestimenta. Desde la ropa de oficina en entornos de trabajo más relajados hasta la ropa de fiesta en cualquier época del año, un traje cómodo y contemporáneo puede convertirse en la prenda más versátil del armario de un hombre. Para garantizar la máxima versatilidad, ten en cuenta dos cosas a la hora de elegirlo: si servirá para múltiples ocasiones y si podrás combinar sus partes (chaqueta y pantalones) con otras prendas. La regla del azul marino y el gris carbón también se aplica aquí, pero al no llevarlo a diario, hay margen para ser más atrevido con la elección de colores: azules más vivos, grises estampados, tonos pastel,
botones llamativos... Un corte ajustado queda bien con una figura más esbelta: opta por solapas estrechas y una sola abertura en la chaqueta y pantalones que se estrechen limpiamente; nada que parezca holgado, que cuelgue por encima del zapato o que se pegue demasiado a la pierna. Los tipos más corpulentos deben optar por dos aberturas en la chaqueta para facilitar el movimiento. A partir de ahí, es cuestión de combinar: debes poder vestir un traje informal con una combinación de camisa y corbata, o más informal con prendas de punto o una camiseta, dependiendo de la temporada. Una camisa desabrochada es un término medio muy útil. Ten en cuenta también el calzado: unas zapatillas blancas brillantes quedan muy bien con una camisa blanca; unos mocasines marrones sin calcetines en verano dan un toque mediterráneo muy moderno.
Ropa de noche
Actos formales, galas prestigiosas, bodas nocturnas, veladas sociales... El esmoquin sigue siendo el rey de la ropa de noche. Su sofisticación reside en su sencillez: una chaqueta de un solo pecho, con un solo botón y sin aberturas, en negro azabache o azul medianoche, combinada con pantalones de detalles sutiles. El cuello chal es el clásico, aunque una chaqueta de esmoquin con solapas en pico inspirada en el frac añade un toque adicional de formalidad. Bajo la corbata negra homónima (a elegir entre estilo mariposa o murciélago; la seda y el lazo son imprescindibles), las camisas con cuello alado son fáciles de combinar, pero, para mayor comodidad, la camisa de estilo años treinta con doble puño, cuello vuelto y detalle de pliegues o piqué en la parte delantera completa a la perfección este conjunto de noche.